Desamor se acercó a mi vida batiendo sus alas de fantasía. Al contrario de Nervios, la ví llegar en el resplandor del mediodía. Pensé que era el sol que me cegaba: como un eclipe veía volar hacia mí la sombra de sus alas, sus antenas que reflejaban la luz y un polvillo livianísimo que emanaba su cuerpo en el aire, reflejando el arcoiris como polvos de hada.
Bajo el techo de sus alas, todo se veía hermoso. Una llovizna tornasol cubría el mundo y yo estaba fascinada. De haberme visto de lejos, pareciera que bailaba bajo la lluvia. Una nube de gotitas de arcoiris sobre mí cabeza, solo para mí.
Donde mirara, todo se veía más cálido y más brillante, y hasta las voces con este efecto se notaban cambiar de tono y volumen, para alejarse como un eco. Mis propios pensamientos, se fueron arrullando por un aleteo constante. Otro eco, bajito y lejaaano pero que podía sentir en mis propias orejas.
Había tanto amor en mi vida -eso creía yo- que pareciera que hasta los monstruos que pululaban me habían abandonado. Que se habían ido al fin, derrotados ante el resplandor del sol en las alas de la mariposa.
¿Pero y si no? ¿Y si el sonido en mis orejas era un batallón de monstruos que se acercaba?, querría tumbarlo todo. Tenía que salvar la mariposa de la ilusión y la dejé entrar en los confines de mi mente para protegerla. Tan pronto terminó de caer lo último que quedaba flotando del polvillo, supe que me habían engañado. El mundo era más descolorido que nunca. Entonces, el sonido en mis orejas se hizo más y más fuerte. Como un batallón de moscas o de abeja. Era una polilla.
La polilla del desamor tiene alas transparentes, con nervios de tornasol que reflejan el cielo; todo el abdomen está cargado de una pelambre gris oscuro, que esconde su arenilla de porquerías y sus ojos de mosca son igual de grandes, pero totalmente opacos, como si lo absorbieran todo y si pudieran, hasta el alma. A veces creo sentir aleteos en mi estómago. La polilla del desamor está incubando su ejército de colores y de mentiras.