La última vez que nos vimos, me prometió que nos volveríamos a encontrar. Quise creerle, pero supe que no sería cierto. Solo un par de días después, atravesaría el continente para no volver. Y él, buscaría los medios para no irse nunca. Jamás se percató que yo quería que me pidiera quedarme. Y a lo mejor yo nunca entendí lo que buscaba.
No obstante, me dio un paliativo para la desidia, del pesar tras los días de pandemia. Y me empujó a disfrutar la vida, aun en mis momentos de tristeza. De alguna manera estaba claro que no éramos compatibles. Más que nada, porque estaba enamorado de alguien más. Y a pesar de que mi amor no fue, ni iría a ser correspondido, disfruté el calor de su compañía, justo cuando ya empezaban los meses fríos.
Así empieza un nuevo ejercicio para este 2023. En parte inventado, en parte cierto -ustedes nunca sabrán cuál es cuál- para recordar a las personas que nos encontramos en el camino y en el camino las dejamos. Que los amores de la vida, no están durante la vida entera. Pero cuyo cariño hace espacio en mi corazón y mi memoria.