Hacía un frío gélido, pero habían caminado tanto que ya no lo sentían. Otrora pertenecían a la sexta división que combatía a los nazis, pero su capitán decidió moverlos hace meses, para aquella "operación especial". Sabían que no regresarían a casa. Lo habían discutido la noche anterior a la luz de una bombilla dentro de la tienda. La nevada era tan intensa que podían hablar un poco, sin miedo a ser escuchados por las criaturas de la tierra.
- ¿Al menos alguien sabe que son?-, había roto el silencio Grigori, el más joven del equipo.
- Aun si lo supieras -respondió Sasha, fuerte robusto de mediana edad-, no lo creerías.
- Dale un chance -se rió Igor-, para que tenga algo con qué soñar esta noche, ja ja já.
- Vamos chicos -rogó Grigori- también formo parte del equipo.
Los comentarios y las risas se detuvieron cuando el brazo de Yakov, el jefe de todos, asomó por la cortina de la tienda. Había perdido la visión de un ojo por la misma causa que le dejó una cicatriz en la cara y le faltaban dos dedos en la mano izquierda. Pasaba los 40, pero era fuerte, y solo le pesaban los años cuando le crecía descuidada la barba, como entonces.
- Si el niño quiere saber a qué nos enfrentamos, tiene derecho. De todos modos, sabe que no regresará a casa.
- ¿No regresaremos? ¿Nos llevarán a otro lado después de esto?
Sasha miró el suelo y el viejo Igor, el veterano, no quiso reírse esta vez.
- Las criaturas de la tierra... -comenzó Yakov, miró el suelo antes de continuar- ...nuestra información es que el enemigo tuvo acceso a una fuente para llamar... invocar... estas criaturas. Por suerte para nosotros, no pudieron controlarlas y usarlas como armas de guerra. Por mala suerte para todos, nadie puede. Son más grandes que un buey y mucho más fuertes. Atacan en grupo, comiendo todo lo que haga más ruido que una paloma. Y cuando no, duermen en túneles bajo la tierra.
- ¿Por eso huyó el enemigo señor? ¿Por eso estamos solos en este lugar?
Sasha intervino, aún con la mirada en el suelo:
- No entendiste nada hijo, no quedan enemigos con que encontrarnos.
Grigori miró a cada uno, buscando una respuesta en sus rostros, pero todos rehuyeron su mirada. Comenzó a temblar y a pesar del frío, sentía el sudor debajo del uniforme.
- Pero, pe- pero, esto no se puede quedar así...deberíamos decirle a... a... el periódico...
- Basta niño -le interrumpió Igor- nadie nos creería. Y aun si pudieran hacerlo, no llegaremos a encontrarnos con nadie más.
- ¡Señor, vamos a morir!- chillaba Grigori- ¡Podemos huir, hagamos algo!
Antes de que pudiera pestañear, Sasha lo tumbó al piso, inmovilizándolo con un brazo y con la otra mano, cubriéndole la boca. Le dijo al oído:
- ¿Estás loco? ¿Quieres que te escuchen?
- Suéltalo Sasha, le dijo suavemente Yakov. De aquí no nos vamos porque no hay a dónde ir. La entrada del puente ya debe estar bloqueada con las criaturas siguiéndonos el rastro y los dos pueblos más cercanos fueron devastados cuando empezó esta mierda. No hay dónde correr hijo, y el último favor que le puedes hacer a tu patria es llevarte estas cosas contigo cuando vayamos al infierno.
Para entonces, Sasha ya lo había soltado y estaba sentado sobre una lata, tratando de disimular el temblor en las piernas.
- ¿Entonces, qué haremos, esperaremos a que nos encuentren y morir? ¿Así es cómo terminará? ¿Para qué nos trajeron?
- Estamos aquí cadete, para juntar estas cosas al fondo del valle a las mil cien horas e informar de nuestra ubicación en el punto 2-5-8 al bombardeo de la base. Esté listo en dos horas para partir con rumbo al sureste y tenga preparadas todas las municiones que queden consigo.
Yakov ya cruzaba de nuevo la cortina con un cigarro todavía apagado en la boca cuando Grigori se giró hacia Igor y le preguntó con voz piadosa:
- ¿Nosotros somos la carnada, verdad?
*Género: Ciencia Ficción
**Esta narración está inspirada en la animación "La Guerra Secreta" (2019) de la Serie de Netflix "Love, Death+Robots", Volumen 1.
