Había un silencio falso, como que todo está callado pero sabes que no estás solo. Aunque la neblina disipara la visión y el musgo en el suelo disimulara las pisadas; yo era consciente de no estar sola en este bosque. Tanto como ellos.
Intenté mantener la calma y hallar una salida antes de que llegara la lluvia. Pero ya estaba muy lejos cuando empecé a correr. Cuando percibí la compañía, la adrenalina se había apoderó de mí y salí del camino. Tropecé en un momento y caí desde una roca. El raspón no era muy fuerte, pero la pausa me había devuelto la cordura y entonces caí en cuenta de que estaba perdida... pero que no los había perdido.
Me refiero a esta presencia extraña en plural, porque es imposible sentirlos en todas partes y que fuese solo uno. El instinto también me da una pista: soy tan brava, que si fuera uno, trataría de enfrentarlo. Pero en esta ocasión, el cerebro se apaga, el corazón dice "huye" y le obedecen las piernas.
Intenté no entrar en pánico y volver a encender las neuronas. Quizás la lluvia me ayudase a camuflarme y mientras caía el torrencial que se avecinaba, podría refugiarme y escapar sin ser vista. Camuflar y escapar.. no entrar en pánico... camuflar y escapar.
Cayó la primera gota y el corazón gritó. "¡Huye, huye!"
Fue como si mi cabeza y todo su contenido dejara de existir. Obedecí inconsciente a esa única orden y corrí, corrí, volé. Apenas tocaba el suelo. El sudor bajaba por mi espalda a pesar del frío y mis pulmones casi relinchaban como un caballo en estampida.
La lluvia ya caía y se veían senderos de agua corriendo desde las rocas altas. El cielo nublado se puso oscuro y se formaban charcos del agua que bajaba por las ramas de los árboles. Resbalé un par de veces; incluso perdí un zapato. Sentía el bum.. bum, bum...bum.. explotando en mi pecho y prefería dejarlo estallar antes que detenerme.
Me dije a mí misma "deja de llorar", pero me paré en seco. Confusa. Desorientada. No estaba llorando. Era la sensación del sudor que bajaba por mi cara. Un sudor helado. De repente sentí miedo y miré a todas partes buscando una señal de esperanza. No había ninguna. Estaba perdida en el bosque frío; perdida entre sus árboles, su niebla y su lluvia.
Entonces, ¿por qué sudaba? Porque no estaba sola.
Una gota de sudor resbaló por mi rostro y cayó en un charco de agua. Palidecí y cada pelo del cuerpo se me erizó. Ninguna palabra de aliento interna podría ayudarme ya. Estaba paralizada del terror viendo el charco. Del mismo surgían pequeñas figuras opacas y amorfas. Se levantaban como gotas desobedeciendo la gravedad. Ni siquiera podía gritar... sabía que no estaba sola.
*Un personaje corre por el bosque, ¿por qué corre?
