"Pesadillas", es un colectivo de pequeños monstruitos que se hacen llamar como uno solo; porque así suena más intimidante. Son traviesos, caprichosos y siempre están al acecho de abalanzarse sobre mí cuando por fin logro quedarme dormida. No me dejan descansar y disfrutan de recrear las mismas torturas, una y otra vez, como si quisieran hacerme perder la cordura.
Vivo las mismas pesadillas desde hace años. Ya reconozco los muros, los árboles, el suelo amarillo, las mismas maneras de morir que me esperan en cualquier rincón si no mantengo la guardia. Es como si mi subconsciente dormido se hubiese convertido en su campo de juego; con un punto diferente de partida cada noche, pero el mismo patio.
Hubo un día, uno cualquiera, en que entendí el entretenimiento macabro y descubrí que estaba dormida. Por un tiempo disfruté de cierta ventaja y pude controlar a estas criaturas traviesas; que corren y chillan. Pero que no tienen forma alguna. Solo son siluetas negras que se ríen y murmuran, y tienen un placer perverso por las travesuras.
Podía despertar tan pronto comprendía dónde estaba. Un comentario ilógico o la violación a una de las leyes de la física, bastaban para delatarlos. Pero los monstruitos son ingeniosos y su pasatiempo se vuelve cada vez más difícil. Algunas mañanas he despertado sin saber dónde estaba. Otrora luchaba por salir de mis sueños. Ahora el desafío es regresar al mundo real (espero noten la diferencia).
Me he preguntado si estas criaturas chistosas, que ríen de sus propias monerías, son en verdad más ingeniosas y aterradoras de lo que aparentan. Pues, a veces pienso que el objetivo del juego es dejarme encerrada con ellos. Otras veces, creo que quieren salir a jugar afuera.