Esta es la reseña de un libro que acabo de leer hace dos minutos. No pretendo dar spoilers, sino las razones de porqué me gustó tanto.
Tengo la mala costumbre de apegarme a los autores clásicos y a los del boom latinoamericano, porque tiendo a creer que los autores de este siglo, no crean personajes memorables, más allá de los bestsellers de adolescentes. Podría ser cierto. Igual no significa que se deba dejar de leerlos. Porque el mundo está lleno de pequeñas historias entrelazadas en donde personajes maravillosos se pierden en los volúmenes ignorados de las librerías.
Me gusta la historia cambiante. Que el libro no se detiene en un evento puntual, ni que se desarrolla tanto que se pierde el nudo central de la historia. Que la vida se desarrolla con sus lamentos y sus glorias, llevando a un desenlace que uno conoce como lector pero espera que no llegue.
Me desagradó y me encantó el final. Porque el libro no termina porque ocurra lo temido. Ya que Segovia da la oportunidad -que pocas veces nos prestan a los lectores-, de ver cómo el mundo vuelve a su cause y qué pasa con los personajes luego del desenlace del evento principal. Es como si te diera tiempo para despedirte.
Y la tercera razón son Simonopio y las abejas; los cuales no me atreveré a presentar por separado. Quiero creer que entre nosotros hay almas nobles e incomprendidas que nos salvan la vida con pequeños deslices que no somos capaces de comprender; limitados como estamos a solo cinco sentidos para enfrentar el mundo.