El secreto de Gray Mountain estaba en New York. Dos personajes literarios han marcado mi vida, por cuanto me he identificado con ellos. Por coincidencia, ambos abogados.
El primero es Gregory Reeves, de "El Plan Infinito" de Isabel Allende. Sobra decir que es mi libro favorito. Greg, es la historia sin fin del hombre que compite contra sí mismo para superar las circunstancias sociales y económicas de su nacimiento, buscando cumplir sus propias expectativas.Vuelve a tropezar una y otra vez; y según yo, al momento de reconocer que no puede solo y que no todo yace bajo su control, es que puede caminar más liviano. Una vida muy muy dura, que me enseña que la vida depara muchas cosas si mantienes las fuerzas para seguir adelante.
El otro es un cliché, pero igual de válido. Es Tom Hagen, el consigliere de "El Padrino" de Mario Puzo. Hagen ha sido una inspiración latente hasta para redactar mi curriculum vitae o mi perfil de Linkedin. En donde aspiro a ser esta abogada, consultora para negocios de envergadura. Que sabe tanto de un mundo como de otro. Sutil, analítico, coprotagonista sin llevarse nunca el crédito. Quien hace que las cosas pasen.
Quizás Samantha Kofer de este libro de John Grisham no se encuentre en el mismo nivel del ranking, pero no puedo negar que me haya identificado muchísimo con su historia. Y sorprendida con su final.
Perdió su lugar en este mundo cosmopolita perfecto que explota las horas que aguantas en una silla, realizando un trabajo para hacer más ricas a personas millonarias, con la promesa de poder pagar la cena en un restaurante de lujo.
Un día, su mundo se derrumbó y terminó en los Apalaches, con una remuneración de mentiras y un trabajo sin prestigio social. Una promesa amorosa tocó la puerta al mismo tiempo que varias oportunidades de ostentoso crecimiento profesional. Sus decisiones son un recordatorio de enfrentar con altura el cambio en tus circunstancias personales, trabajar en paz con tus principios y entender que el profesional no se define por el trabajo que hace; mas por la cabeza detrás del escritorio. No será mi favorita Samantha, pero la admiro. Abogada también, por coincidencia.