En este día ocupado, no quiero que termine sin dedicarle unas palabras al niño de la esquina. Hace tres años lo veo crecer en una intersección vendiendo objetos varios, o limpiando cristales durante los chances del semáforo. Es su trabajo después de la escuela. Llegó a esta esquina sin que nadie dijese nada y crece a los ojos y desamparo de todos. Es el recuerdo de una vida de trabajo y una vida injusta. De todas las oportunidades que se perderá y de todos los peligros a los cuales se expone. Quién sabe por qué o para quién. Mientras toma lluvia y sereno. Me pregunto si no le dará miedo estar solo de noche. O si no se siente cansado. Es solo un niño. Pronto dejará de serlo y será otro hombre parido por nuestras calles, con la sangre llena de instinto de supervivencia. Un día sus ojos ya no serán inocentes y un día dejaré de verlo en esa esquina.