Ah, diciembre! El espíritu propio de la época está tan arraigado, que hasta los demonios en mi cabeza decidieron crear su coro navideño. Y es que no se callan. Quizás sea probable que sea yo sola en un infinito vacío, quien grita constantemente tan alto, que repica en todos los límites de mi cuerpo. Pero prefiero creer que hay un montón de demonios, que hasta ahora no tienen rostro ni nombre, porque no me había resignado a verles las caras y reconocer su existencia.
Pero ahí están, determinados a vivir conmigo y cantar villancicos macabros, como para armonizar -no su nuevo hogar-, sino el que siempre hemos compartido.
Hace un tiempo le dediqué una entrada al monstruo de la ansiedad, ése que conozco de tanto tiempo y que me da tantos problemas por las mañanas. Narré incluso cómo se sentía cuando sus garras me apretaban, lo suficientemente flojo para sobrevivir; pero tan fuerte, que igual sentía que me faltaba el aire.
Con ése ya hay uno. Resignada ya, me lo imagino mientras me cepilllo los dientes, arañándome los tobillos. La intención no es hacerlos sentir cómodos, sino entender que no tienen intención de marcharse. Mientras eso sucede, quizás la niña asustada deba dejar de taparse los ojos y mirar de frente a un par. Tengo la creencia, que si te acostumbras al espantapájaros de los sueños, éste deja de ser una pesadilla.
Pd.- Todo el tiempo mientras escribía, iba pensando en un episodio de Las Chicas Superpoderosas (las originales), donde "El Coco" y sus congéneres invadían la ciudad. Al menos ya tengo una idea de cómo será en mi cabeza, la víspera de año nuevo.
Pero ahí están, determinados a vivir conmigo y cantar villancicos macabros, como para armonizar -no su nuevo hogar-, sino el que siempre hemos compartido.
Hace un tiempo le dediqué una entrada al monstruo de la ansiedad, ése que conozco de tanto tiempo y que me da tantos problemas por las mañanas. Narré incluso cómo se sentía cuando sus garras me apretaban, lo suficientemente flojo para sobrevivir; pero tan fuerte, que igual sentía que me faltaba el aire.
Con ése ya hay uno. Resignada ya, me lo imagino mientras me cepilllo los dientes, arañándome los tobillos. La intención no es hacerlos sentir cómodos, sino entender que no tienen intención de marcharse. Mientras eso sucede, quizás la niña asustada deba dejar de taparse los ojos y mirar de frente a un par. Tengo la creencia, que si te acostumbras al espantapájaros de los sueños, éste deja de ser una pesadilla.
Pd.- Todo el tiempo mientras escribía, iba pensando en un episodio de Las Chicas Superpoderosas (las originales), donde "El Coco" y sus congéneres invadían la ciudad. Al menos ya tengo una idea de cómo será en mi cabeza, la víspera de año nuevo.