Eat, Pray, Love, Die

Decidí leer "Eat, Pray, Love" por pura voluntad; tras una larga espera en mi lista de lecturas pendientes. Es decir, que no fue como un libro que te regalan por navidad o que te recomienda una amiga, este fue descargado en mi nube, y leído con aplomo en mi tablet, la pc o el celular durante las horas de receso y los momentos de espera.

Si mi yo futuro pregunta porqué, la razón sería que vi la película. Vi la película hace muchos años, de una sonriente Julia Roberts que conoce el mundo y que termina con un seductor Javier Bardem en un destino paradisíaco. Aunque no era tanto un tema de romance; como de determinación sobre su propio destino, el valor de abandonar lo que se hace siempre y aprender a conocerse, amarse y perdonarse uno mismo.

Es por ello, que en un momento de crisis existencial que iba haciendo sombra en todos los aspectos de mi vida, se me ocurrió como medida lógica, ver cómo otras mujeres han enfrentado etapas como esta en sus vidas.

Si de este libro aprendí algo, se resumiría en que hay que aprender a meditar. En mi caso no a meditar del modo yogi o divino, que me parece atado a las creencias religiosas. Algo difícil para alguien tan  y tan agnóstica como yo, que llega a poner en duda incluso su propia presencia.

Se trata más bien de respirar conscientemente, de ponerle un alto al ruido y ser agradecido con la vida y con uno mismo. Duele saber cuán duros somos con nosotros mismos. Y cuán dependiente somos de nuestras construcciones mentales sobre el éxito y la felicidad.

Quizás se trate de ver todo como un milagro y levantarse con la seguridad de que seguirán sucediendo todos los días. Tal vez no, y que el sentido de la vida se resuma en la realidad de saberse jodidos y mortales; levantándose con la resignación del último día y hacer cada día algo que valga la pena... por si acaso.