La naturalización merecida



No sé por qué, durante años se ha repetido la falacia de que La Española es el único caso en el que conviven dos estados en un mismo trozo insular. Lo que sí es cierto, es la idea de que para entender la política exterior de un país, hay que estudiar su geografía. Podríamos aplicar la teoría tanto a ambos lados de Tímor, como en Irlanda. Las islas suelen tener consideraciones especiales sobre la ocupación de sus territorios limitados.
Con la ley de naturalización (No.169-14), se busca tapar la herida vieja que abrió la sentencia STC 168/13. Sin embargo, el pasado 23 de mayo, tuvo lugar una audiencia en acción directa de inconstitucionalidad contra el decreto 327-13, que soporta el proyecto de ley presentado por el Poder Ejecutivo. La demanda alega la inconstitucionalidad sobre la prohibición de las deportaciones al incumplir la Ley de Migración.
Habría que pensar, ¿estamos dándoles oportunidad a los extranjeros ilegales de naturalizarse en Rep. Dom. cuando la sentencia mencionada reconoció los vínculos con su país (art. 11 Constitución Haitiana) para el principal grupo de afectados?
El derecho a la nacionalidad, no implica una arbitraria elección de donde queremos pertenecer. Más que la voluntad, cargamos sobre nuestros hombros una genealogía que intenta esclarecer la duda de dónde venimos. La familia, primera comunidad política, otorga por sangre un sentido de pertenencia, de identidad. Mantener la nacionalidad por ius sanguinis obedece a la conservación del mismo Estado bajo la idea de que las generaciones mantendrán esos valores e ideales que acompañaron el nacimiento de 1844.[1]
Sin embargo, otra duda existencial que ronda entre nuestras ideas y que se asoma -no sé si en momentos de lucidez o de locura-, es la cuestión de a dónde vamos. Si bien el pasado es incorregible, el futuro se presenta como una oportunidad maleable con cada mañana. Desde tiempos incontables, la gente se ha desarraigado de antecesores y tradiciones para incorporarse en territorios desconocidos y buscar un mejor porvenir.
Las migraciones son la cosa más natural del mundo, y muchas veces inevitables. Es un error creer que las diferencias culturales lleven a la desintegración, al contrario, enriquecen; a la cultura y a  la economía. No son pocas las naciones que han crecido a la par de la abertura de sus puertas a nuevos brazos.[2]
Las migraciones no nos empobrecen, no les quitan el empleo a los nuestros, no roban nuestros recursos. Al contrario generan riquezas, empleos y recursos, cuando están bien organizadas. Quizás el problema dominicano sea ese: la organización. Se nos acusa de las mil maneras buscando explicar el terror. Están tan desesperados que hasta utilizan el epíteto “racistas”. Más que neonazismo, la palabra es miedo. Solo puede temer al virus de la pobreza quien carece de anticuerpos para combatirlos.
Reconocer la existencia de un grupo que quiere integrarse es el primer paso. Pero no con métodos paliativos ni sujetos a injerencias extranjeras. Así como no puede haber deportaciones en masa, tampoco deben existir naturalizaciones de la misma manera. Este fenómeno de nacionalidad adquirida, debe responder al sentimiento de pertenencia del solicitante. Un extranjero, que se sienta nativo en su corazón. Dispuesto a cantarle a la bandera tricolor, a que sus hijos nos llamen hogar. Pero más que nada, cuando esté dispuesta a derramar la sangre en la defensa de su ahora tierra.[3]
Solo entonces debe concederse la nacionalidad. La finalidad de dos culturas en un mismo territorio no debe ser la desintegración ni la lucha eterna de quién domina a quién. La época colonial terminó y desenterrar rencores de antaño simboliza mirar tierra cuando puede ser el cielo. Luego de cualquier consideración sobre cómo terminamos en las mismas calles, el desarrollo exitoso, sostenible y pacífico de la Rep. Dominicana se logrará cuando todos sus ciudadanos -la cuestión más importante para resolver-, seamos capaces de mirar juntos a un mismo futuro.



[1] RUBIO, Eugenio. La relación del cuerpo político con el individuo ante el proceso de globalización. Gaceta Judicial año 18, No. 328, marzo 2014.
[2] VARGAS Llosa, Mario. Los Inmigrantes (en línea). Consultado el 30 de mayo del 2014 desde http://www.oni.escuelas.edu.ar/olimpi98/bajarondelosbarcos/Xenofobia/texto.htm
[3] AGUIAR, Cristina. Análisis del proyecto de ley de naturalización, Rep. Dominicana. Ponencia durante el Congreso: Nacionalidad, Migración y Derechos Fundamentales; 18 de mayo del 2014 en el auditorio Cardenal Rojas Beras, biblioteca UCSD.