6 de marzo GGM

Ayer fue el cumpleaños de tal vez, una de las 3 personas que más admiro en el mundo: Gabriel García Márquez. Ustedes todos saben quien es, no hace falta que se los presente. ¿Pero cómo sentir tanta emoción por un periodista octogenario que vive a miles de kilómetros de mi casa? Tal vez la razón podría remontarse a hace diez años, cuando en mis travesuras de niñez en casa de una tía muy querida, me mandaron a quedarme quieta en un rincón y a leer un libro. "Los funerales de la mamá grande". Resultó un libro de cuentos, leí uno de ellos; era un pueblo que flotaba bajo el sopor de un sol de mediodía. Me gustó. Visité en otra ocasión a mi madrina... o quizás fue donde mi abuela cuando yo misma me fui a mi rincón tranquila, y leí la historia de un pobre diablo que roba en una sala de billar y que le remuerde la conciencia. Y cuando volví a mi pueblo y desempolvé un domingo las sorpresas que guardaba mi madre entre fotos y documentos, leí los más ostentosos funerales que han habido. Con comida y bebida para todo el mundo, con 17 herederos y una matrona fabulosa que recibió flores hasta del presidente. Fue cuando me dije: "tengo que ir a Macondo". Pero Macondo no existía. Y es la razón por la que desde entonces he buscado reconstruir este pueblo letárgico perdido en quien sabe donde, con el Coronel Aureliano Buendía aún combate, en mi cabeza.

No es de broma. Lo digo en serio.

No sabría precisar si fue Karl Marx quien dijo que los únicos libros que valen la pena leer son aquellos que dejan una profunda impresión en nosotros. Y yo admiro tanto a García Márquez por esto, porque gran parte de lo que soy, lo hallen ustedes agradable o no, se compone en lo que he adquirido de estas lecturas. Las frases que inserto a veces que cruzan la línea de la cordura, provienen de este mundo mágico que llevo viviendo tantos años; y el instinto que me obliga a buscar, a investigar, lo saqué de "Crónica de una muerte anunciada" y de "relato de un náufrago"; y soy inquisidora para que los demás me compartan sus historias porque leí "noticia de un secuestro".


"La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda" dice el Gabito. Tal parece que en algún momento, el Macondo dentro de mi cabeza creció y ha invadido mis recuerdos. Ahora cuando hago remembranzas en lo único en que pienso es en Amaranta cocinando con mi abuela, mi hermano que se va a ver el hielo y Úrsula, la bella, que va a buscarme en una sábana que flota en el viento. Y yo también terminé viviendo en Macondo.
Y eso, que a García Márquez siquiera lo conozco.