En verdad pienso que la vida antes era más sencilla, y que mientras más cómoda se vuelve nuestra existencia, más flojos nos volvemos. El pasado también me da una infinita nostalgia. Yo crecí en una ciudad sin mar; cuando viajaba a la capital, mi padrino me paseaba en su, ya vieja pero aún querida, Ford f150 por el malecón. Es curioso como un objeto, un vehículo forma parte tan profunda de tu familia, conectando tus recuerdos, con experiencias vividas en él. ¿O es solo a mí que me pasa? El final de la historia, es que hoy vivo a unas calles del mismo malecón y la misma camioneta está aquí parqueada; pero ya no soy tan feliz por ello. Ni siquiera el mar parece el mismo ahora.
En este mundo donde a pensar del empeño con que tratan simplificarnos, todo nos parece más complejo. No solo los tiempos, también el crecer. Que felicidad sería la mía de volver a maravillarme por aquellos detalles de la vida, que la memoria guarda en el cajón de los buenos recuerdos. Yo voto a favor del regreso a la sencillez.