Hace ya algun tiempo he tenido conmigo una pequeña, pero bella planta de Caoba, una preciosura de mini árbol dominicano. Le he dedicado, en mis mejores días, agua, correcta luz y tierra abonada.
En la vida de toda planta, a veces se crece tanto que el medio en que se encuentra es demasiado pequeño para ella: el tallo engrosa, las ramas se frondas y las raíces necesitan donde estirarse. Fue en ese momento, cuando tuve que trasladar mi planta de Caoba.
Me gustan aquellos detalles de la naturaleza que son frecuentes pero que pasan desapercibidos en el ajetreo del día a día, son aquellos pequeños momentos en que pierdo el hilo de la conversación y atesoro esa imagen en la memoria. Porque, aunque no sea siempre es la mejor imagen; es una de las formas en que el Señor no enseña la lección del día.
Mi planta de Caoba ha sido trasladada a un lugar mas grande. Contrario a lo que se piensa, la planta se estresa, y se empieza a secar. Ha sido demasiado para ella. Suena confuso, pero si es de una planta que estoy hablando. A veces los cambios que queremos en nuestras vidas, llegan cuando menos los esperamos y el aire nuevo no siempre es favorecedor. La Caoba tiene dos últimas opciones ahora, o dejarse sucumbir y morir en un ambiente más grande de lo que esperaba; o, cuestión de voluntar, resurcir como ave fénix de las cenizas y luchar para llenar este espacio.
Honestamente, tengo la esperanza de que mi pequeña Caoba, le eche ganas a la vida y siga luchando. Aunque el mundo sea tan grande y ella una pequeña planta bajo la inmensidad del cielo.
En la vida de toda planta, a veces se crece tanto que el medio en que se encuentra es demasiado pequeño para ella: el tallo engrosa, las ramas se frondas y las raíces necesitan donde estirarse. Fue en ese momento, cuando tuve que trasladar mi planta de Caoba.
Me gustan aquellos detalles de la naturaleza que son frecuentes pero que pasan desapercibidos en el ajetreo del día a día, son aquellos pequeños momentos en que pierdo el hilo de la conversación y atesoro esa imagen en la memoria. Porque, aunque no sea siempre es la mejor imagen; es una de las formas en que el Señor no enseña la lección del día.
Mi planta de Caoba ha sido trasladada a un lugar mas grande. Contrario a lo que se piensa, la planta se estresa, y se empieza a secar. Ha sido demasiado para ella. Suena confuso, pero si es de una planta que estoy hablando. A veces los cambios que queremos en nuestras vidas, llegan cuando menos los esperamos y el aire nuevo no siempre es favorecedor. La Caoba tiene dos últimas opciones ahora, o dejarse sucumbir y morir en un ambiente más grande de lo que esperaba; o, cuestión de voluntar, resurcir como ave fénix de las cenizas y luchar para llenar este espacio.
Honestamente, tengo la esperanza de que mi pequeña Caoba, le eche ganas a la vida y siga luchando. Aunque el mundo sea tan grande y ella una pequeña planta bajo la inmensidad del cielo.