El jueves saldré de la ciudad y por fin te voy a conocer. Hace tiempo que estoy esperando este momento; el de encontrarme frente a tus orillas y que me des la bienvenida con un baño de sal y espuma en mis pies. Me sentaré en la arena a contar caracolas evitando tropezar con una cangrejo.
Querido mar, no puedo esperar el momento de nuestro encuentro, para flotar en tus aguas para sentir la brisa y ver volar las gaviotas hasta que caiga el ocaso y en lugar de nubes, tenga que mirar estrellas. Estoy preparando maletas y he soñado sobre que decirte entonces; cuando podré contarte todo esto que me he estado guardando y que solo tu entenderías.
Quiero adormecerme en tus brumas, mientras las olas susurran canciones de cuna; así sentiría la confianza para decirte cuanto quiero estar contigo. Viajar junto a ti adonde nadie más pueda llegar, y llevar barcos y mareas mientras las sirenas se esconden en tu fondo. Dicen que es una locura, y que lo que haré este jueves no es más que tomarme un receso de todas las utopías que llenan mi cabeza hueca de razón y que estoy condenada a repasar todas las tardes en mi cuarto de paredes blancas al no tener nada más interesante que hacer hasta el día de mi muerte. Pero mar mío, tu nunca mueres y se que estarías ahí para mi siempre, porque siempre me est as esperando.
Aunque pueda pensar que me estas ignorando, con todas las distracciones que te tocan desde todos los confines del mundo, yo te grito, y asçí se que estás vivo. Porque mi voz se ahoga en el bramido de tus graves rugidos de marea alta.
Por eso es que pienso que solo metiéndome en tus adentros podrías entenderme. Por eso este jueves me haré a la mar en un barco de velas altas y un nombre de mujer en la proa, para acercarme a ti y que me escuches como nadie nunca lo ha hecho. Y tal vez cuando lo hagas, comprenderás al fin mi deseo de descubrir tus misterios, y me permitas viajar al centro de tu corazón azul. Aunque se que eso significaría hacer naufragar mi barco, solo así podré dormir en tus brazos hasta la eternidad.
Hasta el jueves.
Querido mar, no puedo esperar el momento de nuestro encuentro, para flotar en tus aguas para sentir la brisa y ver volar las gaviotas hasta que caiga el ocaso y en lugar de nubes, tenga que mirar estrellas. Estoy preparando maletas y he soñado sobre que decirte entonces; cuando podré contarte todo esto que me he estado guardando y que solo tu entenderías.
Quiero adormecerme en tus brumas, mientras las olas susurran canciones de cuna; así sentiría la confianza para decirte cuanto quiero estar contigo. Viajar junto a ti adonde nadie más pueda llegar, y llevar barcos y mareas mientras las sirenas se esconden en tu fondo. Dicen que es una locura, y que lo que haré este jueves no es más que tomarme un receso de todas las utopías que llenan mi cabeza hueca de razón y que estoy condenada a repasar todas las tardes en mi cuarto de paredes blancas al no tener nada más interesante que hacer hasta el día de mi muerte. Pero mar mío, tu nunca mueres y se que estarías ahí para mi siempre, porque siempre me est as esperando.
Aunque pueda pensar que me estas ignorando, con todas las distracciones que te tocan desde todos los confines del mundo, yo te grito, y asçí se que estás vivo. Porque mi voz se ahoga en el bramido de tus graves rugidos de marea alta.
Por eso es que pienso que solo metiéndome en tus adentros podrías entenderme. Por eso este jueves me haré a la mar en un barco de velas altas y un nombre de mujer en la proa, para acercarme a ti y que me escuches como nadie nunca lo ha hecho. Y tal vez cuando lo hagas, comprenderás al fin mi deseo de descubrir tus misterios, y me permitas viajar al centro de tu corazón azul. Aunque se que eso significaría hacer naufragar mi barco, solo así podré dormir en tus brazos hasta la eternidad.
Hasta el jueves.